sábado, 2 de junio de 2007

Dean Koontz: Fantasmas

Tras la pérdida de su madre, la doctora Paige abandona Snowfield para ir en busca de su hermana. Al volver, se encuentra con que no queda ni un alma en el pueblo. No queda nadie o, al menos, nadie con vida.

Así empieza Fantasmas de Dean R. Koontz, un libro que aglutina y lleva a su extremo todas las virtudes y defectos del bestsellerismo. Si os soy sincero, aún no sé por qué lo terminé; supongo que por cabezonería o por aquello de que siempre va bien aprender de los errores ajenos. Y os aseguro que, de esto último, aprendí muchísimo. Aunque, también es verdad, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. En fin.

A pesar de lo mediocre del estilo y de que el libro no aguanta un análisis mínimamente sesudo, uno empieza a leer y se descubre a sí mismo entreteniéndose, metido en una historia bien planteada, con un ritmo que no deja respirar y lo suficientemente inquietante como para mantenerte enganchado. Bien. Pero luego, a medida que nos adentramos en el nudo, empiezan a surgir los problemas: la historia es demasiado lineal, los personajes demasiado estereotipados y planos, y sus reacciones a veces están entre lo estúpido y lo decididamente absurdo. Además, uno se va dando cuenta de que todo se reduce a una concatenación de sustos cuya concordancia entre sí parece remota... y que, peor aún, termina por no existir.

Todo esto no es tan malo, o no debería serlo, si lo que se busca es simple entretenimiento. Los fuegos artificiales no sirven para nada, no significan nada, pero a todos nos encantan, ¿verdad? Pues eso. Lo que pasa es que al señor Koontz le pierde su verborrea y acaba metiéndose en unos lodazales que le vienen enormes, lo cual consigue no solo que el libro pierda interés, sino que se vuelva irritante y den ganas de tirarlo por la ventana. Me explico: el tema es que hay un monstruo, uno muy malo, ¿vale? Un monstruo de verdad, de los que asustan, con millones de años a sus espaldas y una mala leche del copón. Genial. A partir de cierto punto, un equipo de científicos entra en escena y comienzan a analizarlo para poder destruirlo, lo cual, por lo visto, al monstruo le parece de maravilla, porque se deja cortar gustosamente unas lonchas para uso y disfrute de los susodichos científicos. Total, que el autor termina proponiendo que el monstruo es el autor de todas las desapariciones misteriosas que han ocurrido a lo largo de la historia, incluida... ¡la de los dinosaurios!

Sí, de verdad, lo digo en serio.

Y no es lo único, claro. Pifias de este calibre las hay repartidas por todo el libro, errores “de guión” del tamaño de los Pirineos, afirmaciones pseudocientíficas que no se ajustan a ninguna ley y desbarajustes que claman al cielo por lo absurdos que son y que a mí, personalmente, me ofenden mucho. Porque un libro, aunque sea una novela fantástica y aunque sea lo más bestselleriano que existe, es uno de los grandes conductores de cultura que tenemos, y esto es pura y dura desinformación. Si uno no entiende de algo no pasa nada, se da el rodeo necesario para no hablar de lo que se desconoce y listos; al fin y al cabo un monstruo es un monstruo, y se han hecho grandes obras partiendo precisamente de su esencia incognoscible. Ahí tenéis al Cthulhu de Lovecraft o a El Horla de Maupassant. Pero si uno se decide a descorrer las cortinas de lo desconocido, lo mínimo que hay que hacer es asegurarse de que sea para mostrar algo más que estupidez. Koontz lo hace, y además con el orgullo y arrojo que solamente la necedad puede proporcionar. El resultado de todo esto es, como supondréis, sencillamente lamentable.

Termino aquí mi reseña, porque no hay más que decir de esta novela y porque me enerva pensar en ella. Prefiero olvidar que la he leído, guardarla en lo más hondo de algún cajón e incluir a Koontz en mi lista negra de autores, subrayado, en negrita y con colores fosforescentes. Por si acaso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ola!! me he leido este libro y me encanta!! es de los mejores que me he leido y creo que consigue muy bien tenerte enganchado en el desde el principio asta el final!! esta muy bien, lo recomiendo a cualquier persona que no lo alla leido!!!

Anónimo dijo...

No estoy para nada de acuerdo con la crítica que se hace de esta novela. Para mi, es de los mejores libros de terror que he leido. Y se tiene que tomar como lo que es, es decir, una historia fantástica y de terror. Simplemente genial!!!!!!!

Anónimo dijo...

A diferencias de los comentarios anteriores, yo sí coincido en un 90% con tu apreciación. Un libro, entretenido, no hay que negarlo, pero no va más allá. Simple, insipiente, con su rollo científico que siempre me da desconfianza; claramente un producto de las exigencias editoriales, un pastiche de elemento del género organizados juiciosamente para funcionar de manera básica.
Lo acabo de reseñar en mi blog.
Saludos.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Ciertamente, el autor se adscribe a los arquetipos de la literatura de género, pero sin llegar
más allá de lo funcional (entretenimiento vacuo). El estilo oscila entre lo efectivo y lo pomposo en ocasiones, y las tramas suelen componerse de personajes de carácteres clichés sin apenas vueltas, amén de diversos fallos de ritmo cuando los derroteros de la narración se vuelven en exceso inverosímiles.
Aún con todo, Koontz suele lograr que acabe sus libros, algo que no puedo decir de multitud de escritores.