lunes, 16 de julio de 2007

Mary Higgins Clark: El secreto de la noche

Voy a publicar un anuncio en el periódico. No, no, mejor aún: un titular a seis columnas. Bien grande, como si de un hito del periodismo se tratara, tan importante como un pezón de la Britney Spears o un nuevo hijo ilegítimo de Julio Iglesias. Sí señor. Y el titular dirá: se regalan cuatro libros de Mary Higgins Clark. Y debajo, en negrita, añadiré que tres están sin leer (gracias a Dios), mientras el otro tiene pequeñas incrustaciones de pintura debido a que fue arrojado reiterada y alevosamente contra la pared de mi habitación.

Desconozco quién fue la lumbrera que calificó a esta autora de reina del suspense; supongo que alguien que entiende el suspense de alta alcurnia como esas películas “basadas en hechos reales” que dan los fines de semana por la tarde en la tele y cuya aparición estelar es esa chica tan mona que hacía de Brenda en Sensación de Vivir. Porque, señoras y señores, este libro es simple y llanamente infumable. Y, aún a riesgo de que mi afirmación suene precaria tras leer una sola novela, diré sin tapujos que la autora también lo es.

Dejad que me explique. Empezamos por la traducción antológica del título (y van dos seguidas): Daddy’s little girl pasa a llamarse El secreto de la noche, uno de esos títulos con resonancias oscuras que no tienen absolutamente nada que ver con el contenido del libro y cuyo significado viene a ser como aquello de ¿a qué huelen las nubes? Aunque, esto también es cierto, tampoco es que el título original sea como para echar cohetes ante el alarde de ingenio de la autora.

En fin; tras sobreponernos a tan explícito título, comenzamos a leer. Resulta que la primera parte del libro, que nos pone en antecedentes y mide unas 20 páginas, está escrita en tercera persona, mientras el resto está narrado desde la perspectiva de la protagonista. ¿Incapacidad por parte de la autora, o es que yo soy muy malpensado? Por otro lado, ¿a alguien le parece normal que un libro esté compuesto por una primera parte de veinte páginas y una segunda (y última) de doscientas y pico? ¿No es más bien un prólogo o un capítulo introductorio? No sé, quizá es que yo soy muy quisquilloso, pero es que no le veo el sentido por ninguna parte. Aunque, claro, viniendo de la reina del suspense...

A todo esto nos encontramos con Ellie, un personaje plano y estereotipado como pocos, víctima del clásico síndrome de “mujer guapa que no tiene novios(s) porque se recluye en su trabajo debido a un trauma infantil que aún no ha superado”. Dicho trauma es la muerte de su hermana mayor cuando Ellie contaba doce primaveras a manos de un chico sádico y muy pero que muy malo, que fue encerrado en prisión después de que Ellie testificara contra él en el juicio. De eso hace veintidós años. En la actualidad, Rob Westerfield, que así es como se llama el mozo, está a punto de ser liberado de prisión tras su condena. El objetivo de nuestra heroína a lo largo del libro será el de impedir por todos los medios que un hombre tan malo como él quede en libertad, porque no puede ser, un chico malo es un chico malo y, al fin y al cabo, ¿qué son veintidós años de cárcel?

No digo que Rob se hubiera tenido que reformar por fuerza, sino que la protagonista de la historia ni siquiera se lo plantea. No hay en todo el libro un solo momento en el que Ellie vacile, en el que haya una mínima lucha interna entre el rencor que siente y el deseo de perdonar y tratar de olvidar lo sucedido. En lugar de eso, Higgins Clark nos muestra detalladamente y sin afectación ninguna cómo Ellie se dedica alegremente a dar vueltas y más vueltas al mismo asunto, buscando alfombras que levantar para que reluzcan todas las miserias pasadas de Rob en demostración de lo que es un comportamiento obsesivo más que de sentido de la justicia. En mi opinión, tal descuido por parte de una autora con tanto bagaje solo puede haber sido fruto de la ineptitud, como si hubiera llegado a la conclusión de que, puesto que no sabía hacerlo o le daba pereza, se limitó a pasarlo completamente por alto. Imperdonable.

Por supuesto, al final resulta que Ellie estaba en lo cierto: Rob sigue siendo malísimo y más de veinte años en la cárcel no le han hecho cambiar ni un ápice (lo cual es muy creíble, claro.) Se produce la inevitable lucha final, cutre, histriónica y deslavazada, y en el último momento el heroico policía de turno salva a la chica en apuros. ¿Acaso esperabais otra cosa? Por el camino nos hemos topado con un par de cortas escenas de lo que podría llamarse suspense, no más, y que no son sino un triste ejemplo de vuelo gallináceo por parte de la autora, un intento fútil de atrapar la atención de un lector al que ha despreciado desde la primera página.

Mary Higgins Clark ha publicado en su vida más de treinta novelas. No sé si ha perdido el duende a la hora de escribir, o si en realidad nunca lo tuvo; más bien, visto lo visto, me inclino tristemente por lo segundo, y me pregunto cuántas horas habrá hecho perder a millones de lectores en todo el mundo. Por mi parte, no pienso comprobarlo ni en sueños: tengo cosas mejores en las que malgastar la vida. Si alguien quiere cuatro libros para apoyar la pata coja de una mesa o le falta leña en la chimenea, que me lo diga.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Juasjuasjuas!!! Una critica excelente que ya te digo yo que te sirve para todo lo que ha escrito esta maravilla del suspense (nótese, por favor, mi ironia ;)
Yo la leo para desahogarme, porque son libros ligeros, sin pretensiones y porque los pillas en catalan y no te llevas sorpresas, total, si hay alguna errata no me importa porque lo olvidaré al segundo de acabar el libro.
Este que cuentas no lo habia leido, que cosas!! :D

Albert dijo...

Bueno, hay que reconocer que como desahogo funcionan bastante bien los libros de la señora esta: entre la reseña y las veces que lo estampé contra la pared, me he quedado como nuevo.

Pues nada, nada, si no lo has leído yo te lo doy envuelto en papel de celofán, con un lacito y hasta una carta de mi baraja para puntos de lectura (ya he perdido dos más!), no vaya a ser que encima te hagan pagar por él o algo así de chungo ;)

Anónimo dijo...

Juas!! Si te quieres librar de ellos un dia quedamos y les hecho un ojo ;)
Por cierto, hoy me han regalado el tercero de Cancion de Hielo y Fuego (me han salido los tres por la "face" ) así que la pila aumenta y como no se ha resentido la economia la librería me llama con la excusa de buscar algunos títulos en catalán... aish!!!